6 sept 2010

FanFiction: Vestido Azul

Hola!! Por acá vengo con otra de mis loqueras literarias, como suelo llamarlas. Esta se me ocurrió el día de hoy mientras escuchaba canciones de la Oreja de Van Gogh, y decidí tomar una de ellas para redactar un pequeño relato. La canción se llama Vestido Azul. Está un poco corto, pero fue lo máximo que pude hacer ahorita.

Espero les guste

Vestido Azul

Me encontraba sola, sentada en uno de los restaurantes mas prestigiosos de la ciudad, con una copa de vino tinto entre mis manos, a la cual le daba cada tanto un pequeño sorbo. no podía creer que había sido tan tonta como para creerte todas y cada una de las mentiras que me decías todos los días.

Sólo una palabra se hubiera llevado el dolor.
Con el beso amargo de aquel licor,
hubiera bastado, mi amor.

Yo trataba de considerarte, de entenderte, de convencerme que era tu profesión la que nos alejaba cada día más y me negaba a pensar que el amor se iba muriendo cada día, o lo más triste, que tu amor por mi había muerto hace algún tiempo, ¿cuanto? Sinceramente no lo se, mientras tanto yo seguía dándote lo mejor de mi, mi amor, mi corazón mi alma

Sólo una mentira se viene conmigo a pasear.
sentirme querida en aquel abrazo en el mar.

Se sentía la brisa salina proveniente de las hermosas costas que se encontraban a lo largo del restaurante. El mismo restaurante en donde te conocí, en donde pasamos tantos momentos de felicidad. Recuerdo las madrugadas que pasabamos caminando por aquella hermosa playa, con el espumante agua de las olas chocando contra nuestros pies desnudos mientras andabamos tomados de las manos, o simplemente cuando nos quedabamos observando el crepúsculo abrazados, me hacías sentir realmenta amada en aquellos momentos.

Me sentía feliz hasta ese día, ese fatídico día en el cual descubrí todas tus mentiras, todos tus engaños, en el cual te separé de la máscara en la cual te habías escudados por años, para mostrar tu verdadero yo. Y me decepcioné, de ti por engañarme, de mi por creerte, de los demás por no armarse de valor y decirme todo lo que ellos sabía que tu me hacías.

Con el vestido azul que un día conociste
me marcho sin saber si me besaste antes de irte.
te di mi corazón y tú lo regalaste,
te di todo el amor que pude darte y me robaste.
he rasgado mi vestido con una copa de vino,
hoy tu amor corta como el cristal.

Tu que siempre fuiste una persona impecable, un esposo y un padre ejemplar, lo reconozco, si no hubiera visto las cosas con mis propios ojos jamás le hubiera creído a quien se hubiese atrevido a decir semejante cosa de ti. ¿Qué te orillo a hacer algo asi? ¿Fui yo? ¿Fue la monotonía? Perdoname si no lo notaba, perdoname si no fui lo suficientemente buena para ti.

Recuerdo el día más feliz de mi vida, o uno de ellos, cuando junto al mar, de rodillas abriste ante mi una sencilla caja de terciopelo negro dentro de la cual brillaba un hermoso solitario, y con tu hermosa voz aterciopelada pronunciaste las palabras más bellas que había escuchado en mi vida: “Te has convertido en la luz de mis ojos, en la razón de mi existencia” me dijiste, “Me harías el honor de convertirte en mi esposa?”, yo te veía con adoración, con todo el amor que pude te respondi “Si, mil veces si”, y te levantaste, deslizaste el anillo en mi dedo y luego me besaste, y en ese beso sentí que me amabas de verdad, que esto sería para siempre y que no había nada ni nadie que me separara de ti.

¡Cuan equivacada he estado!

Cuando nació nuesta pequeña, adorable como tu, pensé que mi felicidad estaba completa, tenía en mis manos todo lo que había soñado: una hermosa familia. Respiré aliviada y feliz de tenerte a mi lado. Tu familia era como la mía, tus padres, tus hermanos, los adoraba tanto. Suspiro con pesar y doy otro trago a mi copa de vino y siento que lentamente una lágrima se desliza por el borde de mi ojo. Respiro profundamente y me la limpio con los dedos, no voy a permitir que me vean derrumbada por ti aquí, donde todos conocieron nuestra hermosa historia de amor.

En el cielo hay playas donde ves la vida pasar,
donde los recuerdos no hacen llorar:
vienen muy despacio y se van.
sólo una caricia me hubiera ayudado a olvidar que
no eran mis labios los que ahora te hacen soñar.

Ese día iba rumbo a tu oficina, radiante de felicidad, luego de haber dejado a la pequeña en la guardería. Llevaba puesto el vestido azul que me puse la vez que nos conocimos y el cual te encantaba ver puesto en mi, según tus propias palabras. En la radio sonaba aquella canción que tu y yo solíamos bailar, la cual teníamos grabada en la mente y la cual nos hacía danzar así no estuviera sonando.

Estaba feliz, aunque te había notado algo extraño, algo distraído, algo distante, pero no le di importancia, se lo atribuí a tu trabajo, ya que hace unas noches me comentaste que te habían ascendido, te felicité desde el fondo de mi corazón y quise celebrarlo y tu solo dijiste, “Lo siento, hoy tengo guardia, será luego”, me sentí un tanto desilucionada, te marchaste rápidamente, hoy no recuerdo si ese día me besaste o no.

Llegué a la recepción, todos me miraban extrañados, pero no me importaba, solamente necesitaba de ti, sentir tus caricias, tus besos, ver tu sonrisa y perderme en las esmeraldas de tus ojos, radiantes, como estaba segura se iban a poner. Tu secretaria me indicó que estabas en tu consultorio, pero no la dejé terminar de hablar, quería sorprenderte. Caminé con calma hacia ti, sentía mi corazón palpitar fuertemente contra mis costillas. Respiré hondo y sonreí aún más mientras abría la puerta del consultorio.

El alma se me fue al piso en ese instante al verte recostado contra tu escritorio, con una espectacular rubia entre tus brazos, sonriendole, acariciandole la cara como solías hacerlo conmigo. Escuché un clic en mi interior y supe inmediatamente que era mi corazón quebrandose en millones de trozos, irreparablemente roto. Alzaste la mirada hacia la puerta y me viste, tu sonrisa decayó y tus ojos se abrieron tanto que pensaba que se iban a salir. Ella volteó también y al verme se dejó caer en la silla más cercana, cubriendose la cara con las manos. Yo estaba inmobil en el umbral de la puerta.

No hacíamos nada más que mirarnos. Intentaba con todas mis fuerzas tragarme las lágrimas que amenzaban con salir, mi respiración se atoraba en la garganta y estaba segura que no podría pronunciar una sola palabra. Te acercaste lentamente sin decir nada. Metí la mano en mi bolso, saqué un sobre blanco y te lo estampé contra el pecho. Me di la vuelta y me marché.

Con el vestido azul que un día conociste
me marcho sin saber si me besaste antes de irte.
te di mi corazón y tú lo regalaste,
te di todo el amor que pude darte y me robaste.

Llegué al auto, podía sentir la vista de todos sobre mi, con tristeza. Me sentía engañada, burlada por todos y cada uno de ellos, quienes sabían y solo se limitaban a pensar “Pobre tonta engañada”. No pude evitarlo más y las lágrimas se desbordaron de mis ojos, los sollozos salian sin piedad de mi boca y mi cuerpo temblaba violentamente. Te vi salir por la puerta del hospital, me sequé las lágrimas violentamente y encendí el auto, saliendo a toda velocidad del estacionamiento, sin darte la oportunidad de alcanzarme.

Lo último que vi fuiste tu parado en la entrada con el sobre entre las manos, con clara desesperación en tu rostro, pero ¿era real? ¿o solamente era otra de tus farsas? No me di tiempo de preguntarme, me fui, conduje sin rumbo fijo, con las lágrimas empañandome la vista.

Llegué aca aún llorando. Me quedé en el auto observando la playa mientras intentaba calmarme un poco. Cuando lo logré me bajé y camine hacia el restaurante, y aquí me encuentro, como había dicho, con una copa de vino entre mis manos, decidiendo mi vida, si es que tenía alguna o todo era tambien una mentira. No, ella no era una mentira, mi pequeña era real, lo único real con quien podía contar. Suspiré por enésima vez y lo decidí. pedí otra copa al mesero quien la trajo sin hacer preguntas, lo cual agradecí.

Cuando me trajo la cuenta le pregunté si podía llevarme la copa, me miró extrañado pero me dijo que no había ningun problema. Tomé mi cartera y salí rumbo a la playa, eran casi las seis de la tarde, que rápido habían pasado las horas y que poco se había ido mi dolor.

he rasgado mi vestido con una copa de vino,
hoy tu amor corta como el cristal.

Estaba mirando las olas romper en la orilla, sin pensar en nada, cuando sentí pasos justo detrás de mi, por tu aroma supe que habías llegado junto a mi, no me inmute. Te escuché decir un “Lo lamento” y apreté la copa entre mis manos hasta que esta se rompió, enterrandoseme los trozos de ella y haciendo brotar mi sangre. No quería verte, no quería orite, no quería ver tu arrepentimiento, no más. Me di la vuelta hacia donde estabas, todavía tenías el sobre entre tus manos, y había pesar en tu hermoso rostro, pero no quería conmoverme, no debía creerte una vez más. No me amabas, ya no, o no se si algún día lo hiciste.

Clavé mis ojos chocolate en los tuyos, los cuales ya no tenían ese brillo particular, eran opacos, no eran las preciosas esmeraldas de las cuales me enamoré

- Lo siento, Bella, perdoname por favor - me dijiste con lágrimas en los ojos

- Te has encargado de romper nuestro amor, Edward - te dije y dejé caer los trozos de vidrio a tus pies, miraste mis manos sangrando alarmado, intentaste agarrarmelas y yo te separé bruscamente - No te preocupes, podrás ver a tus hijos cuando gustes, pero nada esperes de mi - me di la vuelta y me fui

Si, esa tarde había ido a darte la maravillosa noticia de que llegaría un miembro más a la familia, pero tu te encargaste de eclipsarla con tu comportamiento. Ahora solamente espero que comprendas lo que se puede llegar a perder por las mentiras y los engaños.

buena suerte en tu camino yo ya tengo mi destino,
con mi sangre escribo este final.

1 comentario:

  1. Amiga!!!!!! hola feliz lunes y gran semana para ti!
    espero que estes bien! ayer entre a ver el mail y de inmediato me vine para aca pero no se pudo quedarme a leerte hasta hoy
    y vaya que la espera valio la pena! no te digo mujer? la manera como escribes me fascina! todo es tan conciso pero emocionante! jamas habia visto a una Bells destrozada por la tontera de Edward y menos un Edward capaz de eso, y la manera en como lo escribes uno lo cree y lo odias, eso es ser una gran escritora amiga
    y lo eres porque puedes darles a todos un nuevo color sin perder su esencia, creas todo un nuevo mundo de emociones.
    me gusto la combinacion con la cancion de la oreja de van gogh! la puse mientras leia la historia asi te digo todo
    en serio me inspiraste a hacer algo!
    cuidate mucho!
    tqm!
    abrazos!

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